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El Futuro de Nuestra Nación

Una Niñez más Diversa

Sam Fulwood III examina lo que significarán los recortes conservadores a la educación para nuestros niños de tres años que son étnicamente diversos y, no por coincidencia, para los planes de jubilación futuros de los estadounidenses que envejecen.

Los hechos fríos y contundentes son irrebatibles, pero suelen desconocerse. La ignorancia es peligrosa. He aquí un par de ejemplos.

Hecho número uno: El mes pasado la Oficina del Censo de los EE.UU. informó en la publicación de datos anuales sobre los niños y la matrícula escolar que durante el 2009 el 49,9 por ciento de todos los niños de tres años de la nación eran blancos. Esta es la primera vez que el Censo descubría que la mayoría de este grupo etario se componía en sentido colectivo de niños de color. El experto demográfico William Frey de la Institución Brookings consideró la evidencia estadística un "punto de inflexión" que "finalmente confirma el inicio de una tendencia que se ha pronosticado con frecuencia: una población en edad escolar de minoría verdaderamente multiétnica seguirá ingresando en masa a nuestras escuelas primarias, escuelas secundarias y demás en la próxima década".

Hecho número dos: el mes pasado también, el Center on Budget and Policy Priorities observó que desde el 2008 34 estados y el Distrito de Columbia han reducido los gastos en la educación de nivel preescolar al grado 12 y 43 estados han reducido el financiamiento de la educación superior, fundamentalmente debido a una disminución en los ingresos a causa de la recesión.

El análisis más optimista de estos hechos aparentemente inconexos sería que no existe una relación causal entre los dos. Sin embargo, como nación debemos enfrentar el hecho de que los futuros niños de escuela primaria de nuestra nación serán mayoría minoría, pero el financiamiento de su futura educación está decayendo. Esto plantea desafíos y oportunidades que influyen en la cohesión y prosperidad futura de la nación.

En términos estrictamente políticos, la demografía cambiante puede ser una gran ayuda para los progresistas y un presagio mortal para los conservadores. Mi colega Ruy Teixeira argumenta de manera convincente que los cambios en la demografía, geografía y las actitudes preanuncian un realineamiento de la ideología política en una dirección progresista.

Más recientemente, el columnista Harold Meyerson observó que los cambios demográficos que se extienden por todo nuestro país plantean un " problema existencial" para el Partido Republicano. "A medida que los Estados Unidos se convierten en un país cada vez más multirracial, los Republicanos han elegido volverse cada vez más blancos," escribió Myerson. "La respuesta del GOP a este cambio demográfico trascendental ha sido hacer todo lo que está en su poder para mantener a los Estados Unidos (particularmente a su electorado) lo más blanco que pueda ser".

Eso es imposible. La tez cambiante de nuestra nación es uno de esos hechos innegables. Pero la forma en que enfrentamos ese hecho está lejos de resolverse. La aceptación o el rechazo de estos cambios definirá a su vez la forma en que las futuras generaciones responderán.

Los conservadores son los que se muestran más intransigentes en cuanto a realizar recortes draconianos que afectan a las escuelas, a los maestros y a los niños, lo que envía un mensaje hostil a toda la generación de futuros votantes y contribuyentes. Los jóvenes estadounidenses multiculturales ven los drásticos recortes presupuestarios a la educación, la salud y otros programas nacionales como ataques personales. Que eso sea correcto o exacto es una percepción que los líderes y presentadores de programas radiales conservadores no parecen ser capaces, o dispuestos, de disipar. Lo que puede parecer una política ganadora para cosechar votos a corto plazo de un electorado mayor, en gran medida blanco, es, en realidad, un pago inicial por una hostilidad a largo plazo entre la creciente población de jóvenes estadounidenses no blancos.

William Frey de la Institución Brookings llama a esto una " brecha de generación cultural", un fenómeno que se observa con facilidad en Arizona, donde la población latina del estado ha crecido en un 180 por ciento en las últimas dos décadas. Mientras tanto, su composición racial ha cambiado del 72 por ciento al 58 por ciento de blancos. Predeciblemente, el estado se ha convertido en el dudoso ejemplo emblemático del fuerte rechazo de los blancos en contra del oscurecimiento de la piel en los Estados Unidos.

O, como escribe Frey, "es un hecho de que el rápido crecimiento hispano del estado se ha concentrado en los jóvenes adultos y niños, lo que ha creado una "brecha de generación cultural" con la generación de la posguerra en gran medida blanca y poblaciones de personas mayores, que es la misma composición demográfica que predomina en las recientes protestas del Tea Party". Ese es también el mismo grupo que pide a voces en la derecha el recortar los programas dedicados a la educación pública que se perciben como programas que favorecen a las personas de color.

A medida que envejece cada vez más, la generación de la posguerra dependerá más de los jóvenes estadounidenses de color para que los mantengan cuando lleguen a la tercera edad.

Los conservadores podrán querer desconocer los cambios étnico-raciales que están transformando a nuestra nación, pero lo hacen a su propia cuenta y riesgo si obligan a la próxima generación de escolares de nuestra nación a recibir una deficiente educación antes de ingresar en la fuerza laboral para ayudar a pagar por la jubilación de sus ancianos.

Esa política de ahorrar el centavo hoy para malgastar el dólar mañana podría tener consecuencias devastadoras para nuestra competitividad económica y nuestra prosperidad en solo dos décadas. Esta es una bomba de tiempo que simplemente no puede desconocerse.

Sam Fulwood III es un miembro sénior en el Center for American Progress y trabaja para Progress 2050, un proyecto del Center for American Progress que desarrolla nuevas ideas para un Estados Unidos cada vez más diverso.

The positions of American Progress, and our policy experts, are independent, and the findings and conclusions presented are those of American Progress alone. A full list of supporters is available here. American Progress would like to acknowledge the many generous supporters who make our work possible.

Authors

Sam Fulwood III

Senior Fellow