La Cámara votará esta semana sobre un proyecto de ley para financiar el gobierno por el resto del año fiscal 2011. Este proyecto de ley ocasiona un enorme e innecesario dolor de cabeza por una reducción mínima en el déficit. Recorta inversiones importantes para el crecimiento económico y perjudica a nuestros ciudadanos más vulnerables.
Uno de cada tres estadounidenses, o 100 millones, apenas sobreviven con bajos salarios y ganando menos de $44 mil al año para una familia de cuatro. Uno de cada cinco niños viven en la pobreza en este país, con crecientes disparidades raciales y étnicas. En efecto, uno de cada tres niños latinos y afroamericanos viven en la pobreza, de acuerdo a los datos más recientes. Y el sombrío reporte laboral del mes anterior reveló que tenemos un largo camino que recorrer antes de alcanzar un empleo total, al igual que cerrar las disparidades raciales en la tasa de desempleo.
La respuesta de los conservadores ante estos agobiantes niveles de estrés es la de recortar programas que capacitan a personas desempleadas, ofrecen oportunidades laborales para jóvenes desfavorecidos, proveen educación para niños vulnerables, y que asisten a ancianos y personas discapacitadas con vivienda y servicios. Las comunidades de color, especialmente los hispanos y afroamericanos, se benefician de estos programas porque son desproporcionadamente representados entre los pobres.
Todos concuerdan en que Estados Unidos necesita confrontar su déficit a largo plazo. Pero la propuesta Republicana recientemente publicada de recortar aproximadamente $65,5 mil millones de los niveles de gasto del año pasado es tanto injusta como económicamente desacertada. Los Republicanos de la Cámara proponen profundos gastos en una parte del presupuesto que representa solamente un octavo del gasto federal total, en vez de cuidadosamente eliminar gastos despilfarradores en la totalidad del presupuesto y examinar el código de impuestos para identificar subsidios a sectores especiales.
Half in Ten encontró que eliminar programas que suministran apoyo básico para familias de bajo y mediano ingreso ahorra cerca de $15 mil millones. Compare esto a los $23 mil millones que gastamos en diciembre en la concesión de los impuestos sobre los bienes que se les otorgó a los supremamente ricos bajo la insistencia de los mismos conservadores que ahora quieren cortar estos programas.
Mientras tanto, la propuesta presupuestal del Presidente Obama para el próximo año enfatizó la reducción del déficit a la vez que realiza inversiones para ayudar al país a competir y hacer crecer nuestra economía.
En general, el presupuesto de la administración refleja el principio de que no podemos sobresalir del resto del mundo si dejamos rezagados a un tercio de nuestros ciudadanos. Obama pidió fondos acrecentados para educación primaria y secundaria, Head Start y para prevenir el desalojo del hogar. Con este fin, Obama también protege inversiones clave tales como la asistencia de la nutrición y vales de vivienda para familias de bajos y moderados ingresos, incluso en el contexto de un congelamiento de los gastos discrecionales en cinco años.
Pero en otros casos, la petición presupuestaria del presidente se queda corta cuando se trata de proteger a los desfavorecidos e invertir en las comunidades. Su propuesta decepcionantemente recorta tanto el LIHEAP y la Subvención del Bloque de Servicios Comunitarios en un 50 por ciento. El primero ayuda a las familias vulnerables con la calefacción y uso de aires acondicionados en sus hogares y evita cortes en los servicios que son particularmente perjudiciales para los ancianos y niños. El otro ayuda a las agencias de acción comunitaria alrededor del país en proveer climatización, capacitación laboral y servicios de Head Start para más de 20 millones de individuos de bajos ingresos.
Estos servicios estabilizan a las familias en crisis y abren paso a la seguridad económica a largo plazo. Los recortes del presidente en estas áreas son profundos e dolorosos. Si la Cámara los aprueba, el Senado debería rechazarlos.
Los presupuestos son más que números en un libro de contabilidad. Son declaraciones de las prioridades que nos indican que inversiones queremos hacer para el crecimiento económico a largo plazo y la prosperidad compartida. Estos también son documentos morales que reflejan la consideración que les brindamos a los desfavorecidos y las responsabilidades que compartimos como ciudadanos para aumentar los ingresos del país de una forma equitativa para pagar lo que valoramos.
Afortunadamente, estos imperativos morales y económicos concuerdan. Invertir en capital humano como la educación infantil, los centros de salud comunitarios, y la capacitación laboral fortalecen nuestra capacidad para competir globalmente a la vez que asegura que el Sueño Americano se mantenga al alcance de todos los ciudadanos. Es tiempo de cerciorarnos que nuestros funcionarios electos entiendan ese mensaje.
Melissa Boteach es directora de Half in Ten para American Progress.